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Mostrando entradas de diciembre, 2016
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PAISAJE EN OCRE Y MIEDO. Carta de amor desde Alepo. Desde que te has ido el ave no vuela libre, el árbol no crece recto, el aire no sabe limpio y el agua no fluye quedo. Y el cielo amenaza con llorar, sobre nuestras cabezas, cenizas de culpabilidad y miedo. Y la mañana no quiere ser mañana ni futuro, y a la noche le sucede otro trueno y el fuego no está en el hogar sino en las esquinas donde se amontonan juguetes sin ojos, ladrillos y huesos. O quizá te fuiste tras los insoportables ladridos del perro intuyendo que el ave no sabría puro, el árbol no volaría quedo, el aire no fluiría justo y el agua no crecería recto.  Y el miedo amenazaría con llorar, sobre nuestros hogares, culpabilidad de noche y truenos, y el ladrillo no querría ser juguete, y a la mañana le sucedería otro fuego.  Y los ojos estarían en las esquinas donde se amontonarían cabezas rotas, futuros y huesos. Seguiré tus pasos si conservo las fuerzas y estoy a tiempo antes de morirme con el ave que no fluy

Noche de Jam

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malentendidos

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MALENTENDIDOS DE NAVIDAD. ¡Qué paradoja! Mi hija aprendió quién son los Reyes Magos antes de saber escribir la carta a los Reyes Magos. Todo esto aconteció sobre los seis años. Nuestra modesta posición económica nos llevaba a aconsejar a Laurita que solo pidiera tres de los innumerables juguetes con los que la televisión, y los demás medios de comunicación, bombardeaban a la niña, y a nosotros, sus padres. Un año antes aprendió que había niños por cuyas casas no iban a pasar sus Majestades los Reyes por lo que ella se iba a erigir en Reina Maga y, así, nos acercábamos a una juguetería  y comprábamos y envolvíamos un juguete llevándolo, más tarde,  a una iglesia u organismo que se encargagaría de portarles la ilusión envuelta en papel de regalo; así como comida y ropa. Con el tiempo aprendería que a esos niños, en la mayoría de los casos,  un viento o una bomba  había destruido sus casas. Fue por ello por lo que un aciago tres de diciembre de no importa qué año la niña se paraliz
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 Carta al amor que dejé en Alepo. Desde que te has ido el ave no vuela libre, el árbol no crece recto, el aire no sabe limpio y el agua no fluye quedo. Y el cielo amenaza con llorar, sobre nuestras cabezas, cenizas de culpabilidad y miedo . Y la mañana no quiere ser mañana ni futuro , y a la noche le sucede otro trueno y el fuego no está en el hogar sino en las esquina s donde se amontonan juguetes sin ojos, ladrillos y huesos. O quizá te fuiste tras los insoportables ladridos del perro intuyendo que el ave no sabría puro, el árbol no volaría quedo, el aire no fluiría justo y el agua no crecería recto.  Y el miedo amenazaría con llorar, sobre nuestros hogares, culpabilidad de noche y truenos, y el ladrillo no querría ser juguete, y a la mañana le sucedería otro fuego.  Y los ojos estarían en las esquinas donde se amontonarían cabezas rotas, futuros y huesos. Seguiré tus pasos si conservo las fuerzas y estoy a tiempo antes de morirme con el ave que no fluye justo, e